Aunque nadie hubiera confiado en él, Marcos es hoy por hoy el delgado del que hablan en el Club Las Flores. Su ejemplo de superación desde hace un año por circunstancias de un partido en la división Cebollitas, en los que se vio involucrado su hijo, hace que se tome conciencia en el futbol. Inferiores Córdoba habló con él sobre este situación que le marcó en lo personal:
-¿Qué fue lo que sucedió?
-Pasó un sábado contra Racing de Córdoba, él venia de una semana muy mal, tuvo problemas en el colegio, además estaba en penitencia en casa. Él estaba viendo el partido desde el banco, no le gustaba ir al arco y lo pusieron medio tiempo, en ese momento se lo notaba ya con los cables pelados, yo traté de tranquilizarlo. Núnca me hizo caso. En el comienzo del segundo tiempo, fue un chiquito de Racing quien le pega en una jugada, fue un foul automático donde le pegó dos trompadas. Se metieron los padres de los pibes de la "Academia". Había mucha gente ese día, yo tuve que acercarme como delegado y padre para ver lo que había pasado, sentía vergüenza al tratar de calmar a los padres ya que me insultaban, a lo mejor con toda la razón. Mi hijo lloraba, fue una situación muy rara, hasta el día de hoy me acuerdo. Terminamos mal en día en casa, fue un tema que tuvimos que hablar hasta con una psicopedagóga, en el colegio y en el mismo club para ver cómo se podía tratar la situación. Desde ese día cambio mi forma de ver las cosas hacia él.
-¿Cuál fue el punto bisagra?
-Fue algo vergonzoso tanto para mí como para el. Pasó lo que pasó, sintió vergüenza y se largó a llorar pidiéndome perdón a mí y yo pidiéndole perdón a él, porque había sido una situación en la que yo había incitado a cometer eso, como todo padre que vive el fútbol con euforia. Desde ese momento trabajamos en casa con sus hermanos en el buen comportamiento, empezamos una nueva etapa con mi familia y con él.
-¿Cuantos años tenía su hijo cuando agredió al jugador de Racing?
-Mi hijo tenía siete años. Pasa que él jugaba con chicos de una categoría más grande, esa mezcla le hizo mal, al jugar con los más grandes cambiaba su vocabulario, era otro el roce. En cambia, con su categoría quería ser más que los de su misma edad. Decidimos, que no jugará más para la categoría más grande, porque le hacía mal. Después, yo lo influencie llevándolo a la cancha cuando jugaba yo con sus tíos, contra equipos de barrio. Como que fue guardando cada cosita.
-¿Cómo trabajó a partir de ese hecho?
-Fui a lo correcto, no más fútbol conmigo. Es más, en base a eso realice una promesa, yo deje de jugar al fútbol. Yo soy joven, tengo 35 años, me siento joven, jugué toda mi vida. Le dije, que no iba ir más a la cancha a verme a mí y que yo tampoco seguiría jugando. Hace más de un año que deje el fútbol por él. Reflexionando, que por ese tipo de conducta no se llega a ningún lado. Prometí, que este año cumpliríamos con el objetivo cero violencias, yo volvería a jugar el año que viene.
-¿Cuándo tomó más contacto con la psicopedagóga?
-A partir, de su ayuda comenzamos a trabajar entrenamiento tras entrenamiento, remarcándole las cosas a él y a sus compañeros cuando se salen de lo que es la esencia del juego. Si en algún momento, veo algún tipo de agresión, ya sea física o verbal, paro con el entrenamiento. También, seguimos el día a día las libretas y la conducta de los chicos en el colegio. A pesar, de la diversidad de chicos mi meta es no dejar pasar una, porque a mí me pasó y no quiero que le pase a nadie más. Gracias Dios, lo estamos revirtiendo.
-¿Qué cambios se notan hoy en día en su hijo?
-Todo se puede mejorar. Yo a mi hijo el año pasado lo llevaba al roce, hoy en día es el goleador con otro tipo de pensamiento y la tranquilidad de que la reflexión y el trabajo diario van puliendo la forma de pensar. También, al cambio se lo transmitimos a los niños y a veces los padres nos cuentan los problemas que traen los niños en el colegio y tratamos de ver eso. En cautela, no los citamos para los partidos y así cada uno se va dando cuenta.
-¿Qué objetivos se proponen?
-Tenemos que inculcar más respeto hacia los compañeros, rivales, a los árbitros y no confundir temperamento en las divisiones más grandes con violencia. En tanto, desde la casa generar una conducta que se inicie desde la educación. Ojala esto sirva y salgamos a delante todos juntos.
Por Fernando Carrera / @fercarreras88